Que no se
acabe agosto, que me estoy curando… vine a sentir…. y se ha convertido en mi
mantra vacacional.
Abordé las
vacaciones de verano, adelantando unos días antes de lo previsto, para comenzar
el descanso de manera ya necesaria. Hay un principio o credo, en mi entorno y
es que dicen los que me conocen que cuando manifieste signo o síntoma de manera
verbal acompañado de “encavernamiento” se avise, se tome en serio y se me
remita a servicios de atención sanitaria. Una forma de decir que cuando me
resiento, estoy fuera de los normo límites. Pero eso ocurre pocas veces (ejem…)
porque el “encurtido” que me cubre cada vez es más protector o anestésico, así
que solo recuerdo un urbasón inyectable a las 7 de la mañana, según me
preguntan, -a dónde vas a estas horas…-, un antihistamínico a ritmo de
taquicardia y exantema ornamental y una disculpa o reconocimiento médico que
literalmente decía, -pues sí que tenías razones para tener dolor, quejarte y
haber parado…, aunque no has hecho nada de eso-. Lo grave, lo tengo en otra
libreta y eso, es harina de otro costal.
Viene a
cuento que en el plano de lo físico, nos hacemos resistentes sin saber muy bien
que es lo que uno se juega y más si el manejo y control queda a merced de las
virtudes de los supuestos expertos. Pero ¿y en el plano emocional?, ¿Y en el
conjunto de lo emocional y físico?, o ¿aún alguien va atreverse a discutir la
implicación de ambos para un equilibrio saludable a todos los
efectos?
En la
cuestión emocional, el aprendizaje es siempre causal.
El sumatorio
de las causas te enseña a identificar, adelantarte, o cuanto menos a predecir,
situaciones y amenazas, también a colocar a los actores y resto de personajes,
a los depredadores, a los psicópatas…cada uno tiene su espacio en las escenas.
Por otro lado el sumatorio de los efectos te curte en la desilusión, el dolor,
la incomprensión… lo cual no es malo y mucho menos de matiz pesimista, más bien
todo lo contrario. De hecho, no se concibe la búsqueda de la felicidad, el
equilibrio o el status emocional sin haber sentido el mencionado aderezo.
Personalmente creo que es la capacidad individual de resistencia y renovación,
la que sustenta esa búsqueda, es cierto que no sin determinada ventaja, sobre
quien siempre durmió en los laureles.
Por ello el
acúmulo de vivencias, experiencias vitales, el conocimiento, las
interrelaciones con medio y las personas, convierte la vida en un constante
vaivén. Te mece, te trae, te lleva, te muestra la luz, y también las tinieblas…
y es justo en esa oscilación donde aprendemos a estar suspendidos y mantenernos
basculantes, es en ese movimiento donde aprendemos a seguir moviéndonos en la
inercia de empuje y de vuelta. Es en ese movimiento donde en ocasiones y por
pérdida de inercia nos arrancamos empujando en el punto perfecto para alcanzar
de nuevo velocidad y mantenernos en el ritmo de la vida. Es también en ese
movimiento, en el que decidimos dejar de hacer fuerza en el punto exacto,
cuando otras fuerzas, otros vientos, otras exacerbaciones, otros azarosos o
caprichosos designios, infortunios, ponen a prueba nuestra capacidad de
reacción y fuerza, nuestra gestión emocional, nuestra compensación al volumen,
nuestra respuesta a la agresión, nuestra tolerancia, al fin y al cabo y como
decía, nuestro curtido emocional. Por ello digo, que no se acabe agosto, mi
mantra de verano, como grito de disfrute y buen hacer, y que se acabe para los
que se tiene que acabar.
#quenoseacabeagosto #quemestoycurando
#quenoseacabeagosto #quemestoycurando
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