lunes, 22 de agosto de 2016

TODOS MIS MALES


  

Estimada Carmen:
Hace tiempo que no me dirijo a una colega y compañera de este modo, por eso te pido disculpas de antemano. Me hubiera gustado hablar contigo personalmente y poder ofrecerte la posibilidad de que me conozcas, entiendas, descubras y compartas, o por el contrario, rechaces mi personalidad, mi posición y mi entender en torno a la profesión que compartimos.
No obstante, este medio no es excluyente y siempre que lo desees estoy a tu disposición,  soy Zulema, Zulema  Gancedo, zgancedo, Z, Zu, Zule, como quieras... y enfermera. También me llaman, rara avis, antimopongo, faraona, crack, hacker, visionaria, princesa de hielo, la jefa y varios más, estos últimos en el ámbito profesional, aunque para mí todo es uno,pues no marco distancias entre los ámbitos o terrenos profesionales y personales, se entiende.
Hace unos días, estuve comiendo con una amiga con la que tenía muchas conversaciones pendientes, personales y profesionales, una persona entrañable, poderosa, a la que admiro por su implicación, su actitud y su buen hacer y saber. Una amiga a quien  por no querer perjudicar, he protegido a la inversa, apartándome de ella en mi anterior puesto de trabajo, pero exigiéndole lo que ella voluntariamente ofreció de antemano, trabajo, compromiso y dedicación.
Fue una conversación larga, tendida, donde hubo sorpresas, decepciones, admiración, indignación etc.. Una vez salimos de los asuntos de verano, salidas, amigos, playa, conciertos y otras ilusiones compartidas, nos centramos en su preocupación, saber qué hacía y dónde estaba asignada en nuestra organización, de ahí sus sentimientos referidos anteriormente.
Fue un rato largo compartido que nos duró una larga comida con postres y dos repetidos cafés, la camarera, entendió el momento, nos aisló en un “no molestar” que agradecimos sutilmente.
Uno de los matices que más sorprendían a mi amiga es la inusual y acertada actitud que comporta este tipo de situaciones narrativas, en las que desarrollé mi periplo desde el actual y hasta un año atrás, mi sentido del humor, mi sonrisa, mi aprendizaje, mi resilencia, pero sobretodo, mi continua y mantenida pasión por lo mismo que creía y creo. Y eso querida, ese  contenido, es harina de otro costal...
Es por ello, y por el bagaje de este último año, por el que me quiero acercar a ti, porque no conociéndome me profesas deseos, de esos que concurren muchas veces, sobre los que con otra buena amiga y hermana, hemos dado en llamar violencia intraprofesional.
Esos deseos y posicionamientos que no nos dejan crecer como profesión, como colectivo fuerte y unido, con un desempeño claro, rotundo, afianzado y anclado, dispuesto a liderar la atención y el cuidado. Una comunidad de profesionales sólidos que empujan unos a otros y levantan ahí donde hay oportunidad como si de un castell se tratara, y querida Carmen, ha habido esa oportunidad, lo sabe “media España” , (disculpa es un dicho muy mío).
Pero es cierto que tu puesto es muy duro, que hay fórmulas que se pueden probar, diferentes, que den soporte y solvencia a la gestión de personas y gestión de unidades, pero también lo es, que se necesita tiempo, cambio de cultura organizacional, innovación disruptiva, disposición, apoyos estratégicos, momentos óptimos etc.. Y no situación de crisis, descrédito, falta de compromiso, deslealtades, politizaciones, contraprestaciones, etc...pero sobretodo se echa en falta, profesionalismo.
Me daría por satisfecha con ese mínimo común denominador, porque ese es el elemento clave para entender todo lo que concierne, a hacer lo correcto, en el contexto de la actuación pertinente, según ámbito y su implicación responsable con medición de su impacto y resultados, así como la interacción multidireccional y no sólo transdisciplinar.
Es por ello, por todo ello que te invito a reflexionar. Desear a otros lo que uno no quiere para sí mismo es vulgar y denota otras faltas, reparables eso sí. Te invito a que pruebes a disfrutar con lo que haces, a que leas acerca de tu profesión, que analices como estamos en el panorama actual, qué significado tenemos en la sociedad, y si en casa o tus amigos saben lo que haces y lo importante que eres o si bien se conforman y tu también con que les gestiones una cita y les saques un ibuprofeno del bolso.
Infórmate si en tu colegio te están representando y defendiendo tus necesidades, si las tienes o las sientes, si estás satisfecha no hay problema, con lo que hay te  cubren. Si te has formado persiguiendo un fin o una capacitación, si estás de acuerdo con tu participación en la organización, en el servicio de salud, en la Consejería, si crees que debes hablar con tus pacientes, asesorarles, ayudarles a tomar decisiones, e incluso luchar porque tengan participación activa dentro de las organizaciones.
También cabe la posibilidad que hayas decidido ser una buena cumplidora, “hacedora” de tareas, que entres a las ocho y salgas a las tres y así hasta cumplir turnicidad, por lo que técnicamente serías correcta, si además cumples con los protocolos establecidos.
Como todos sabemos no nos pagan por sonreír, por facilitar al compañero, por ser compasivos, y ni por hacer más, de lo que dice el protocolo, eso, Carmen, no va en el sueldo, va implícito en la profesión.
Querida Carmen, disfruto de lo que hago con pasión, aquí y en cualquier sitio y sino pongo el empeño en hacerlo. Hacía tiempo que no tocaba pacientes, en dedicación exclusiva, y por cierto, he visto que no solo no he perdido cualidades y aptitudes si no que he mejorado con creces. La experiencia, la vida... un entrenamiento y duro, sin coach, ni entrenador, me ha facilitado aún más, capacidad de empatía, madurez, generosidad y benevolencia.
Y siento como conecto con ellos y que parten satisfechos y que se despiden agradecidos, generalmente con un abrazo, cuando la situación lo requiere. Y disfruto, disfruto mucho, a lo grande...
La carta podría ser más corta, querida Carmen, incluso de una sola palabra: ACTITUD.