lunes, 3 de enero de 2022

El tabaco es la primera causa de muerte prevenible en el mundo.

 

El tabaquismo es uno de los grandes problemas mundiales de salud pública. Tanto la exposición como el consumo de tabaco tienen graves consecuencias sobre la salud individual como desencadenante de patologías y muerte prematura. En líneas generales podemos decir que daña todo el cuerpo y resta unos 10 años de vida al fumador habitual.

El tabaquismo en cualquiera de sus formas activo o pasivo afecta no solo a la salud de las personas, su economía, su bienestar, sus relaciones sociales y su entorno ambiental, también, se ve afectado. De manera más global, y por incidir en el impacto del consumo, algunas de las repercusiones alcanzan de manera estratificada, no solo a la salud, también, al plano económico, social, sin olvidar el daño al medio ambiente y la inversión en medidas para la recuperación. Este análisis de impacto ha de comenzar a considerarse de manera global con abordajes integradores y a través de políticas multifocales; el impacto y la repercusión en las poblaciones, las economías, la supervivencia, y la contaminación ambiental puede ser determinante en el futuro según las estrategias y actuaciones, comprendan dicho análisis.

Desde un punto de vista económico, el impacto es considerado desde distintas ópticas. El consumo impacta en la economía personal y/o familiar por el gasto fijo, pero también hay que considerar que la pérdida en salud a consecuencia de las enfermedades que produce el tabaquismo, la pérdida de calidad de vida, el cómo impacta en el entorno familiar o apoyo social, y la muerte prematura, afectan también a nivel poblacional y la economía de los países. La pérdida de productividad, el sobrecoste en el mantenimiento de la calidad de vida, el derivado de la atención en comorbilidad crónica, el cuidado, la asistencia socio-sanitaria y todos sus procesos genera un sobrecosto cifrado en más de 7.700 millones de euros.

En el mismo contexto, las enfermedades mentales y trastornos psíquicos estrechamente relacionadas con el tabaco, suman al impacto social que este ocasiona, no solo como factor predisponente o desencadenante de la conducta tabáquica, sino que también, la adicción nicotínica es causa de ciertos trastornos psiquiátricos. Se ha demostrado que la nicotina interacciona en mecanismos neurobiológicos determinando la mayor o menor adicción, actuando también como paliativo sintomático en la adicción y otros procesos como ansiedad y depresión. El estigma, la exclusión social, el deterioro cognitivo e invalidez de este tipo de enfermedades son clave para determinar también, el impacto social. Así mismo, las nuevas conductas y formas de consumo, además de la imagen asociada como consecuencia de la implementación de las políticas restrictivas, son factores determinantes en el plano social.

Los problemas de salud y psicosociales de la población vienen determinados por las distintas políticas establecidas en cada país. El diseño y aplicación del conjunto de políticas económicas, sociales y sanitarias, determinan o limitan la distribución y alcance de los recursos, afectando y condicionando el acceso a los servicios, generando desigualdades y, por tanto, afectando a la salud de la población.

La prevalencia del consumo de tabaco está relacionada con las desigualdades presentes, en entornos sociales concretos, la calidad de vida, el estado de salud, la discapacidad, la edad, el género, etc.… Todas estas variables influyen sobre otros determinantes, como son los psicosociales y finalmente entre ellas se retroalimentan. En definitiva, el consumo de tabaco puede describirse como el resultado de la suma de interferencias, condicionantes o determinantes individuales, socioeconómicos y culturales, y su consumo y adicción como un agente que genera o contribuye a aumentar las desigualdades sociales. Efectivamente, fumar también afecta y contribuye a las desigualdades en salud, y la reducción de éstas, sigue siendo un objetivo clave de las políticas públicas mundiales y locales.

Inicialmente, las estrategias de reducción de riesgos se plantearon en el ámbito de la práctica clínica, como una medida para reducir las enfermedades asociadas al consumo de cigarrillos o como un paso intermedio para lograr la abstinencia definitiva. Más tarde el primer tratado internacional en la historia de la Salud Pública, el Convenio Marco para el Control del Tabaco diseñó un marco sólido para que los países orientaran sus esfuerzos por controlar su consumo, especialmente en relación con los impuestos sobre sus productos, la protección contra la exposición involuntaria al humo de tabaco, la puesta en práctica de medidas enérgicas contra el contrabando y la prohibición de ventas a menores. Se espera que el CMCT continúe y en el futuro se avance con la negociación de protocolos que contengan obligaciones sustantivas detalladas en áreas específicas.

En España, la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo que regula la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, y su posterior modificación, Ley 42/2010 han propiciado un importante avance en las políticas de control del tabaco, ostentando buenas posiciones en el ránking de países que mejor han implementado las políticas y medidas de control.

Sin embargo, aún se necesitan esfuerzos en el desarrollo e implementación de medidas de control avaladas por evidencia y recomendaciones, y suplir, la aún, indiferencia o permisividad, por la concienciación amplificada a todos los sectores políticos, sectores de la población e incluso a los profesionales sanitarios para que mantengan el compromiso con el control y la prevención, de manera constante y homogénea.

Este marco previo sobre aspectos socioeconómicos y otros determinantes, si bien ya ha sido identificado, no ha marcado aún de manera definitiva estrategias o políticas comunes entre los distintos sectores, y mucho menos contempladas como activadoras de planes específicos para el control de la prevalencia y prevención del tabaquismo desde el plano de las desigualdades. Por ello, se hace necesario trabajar en la identificación de características de los distintos grupos sociales, diferencias, entorno, condiciones, comportamiento y evolución. Desde esa perspectiva, introducir factores de corrección que garanticen la equidad en aspectos como la atención y accesibilidad generaría políticas, estrategias y programas más justos y efectivos, no solo para el control de la prevalencia, también para la mejora de las medidas de prevención.

La 22ª Convocatoria Nacional de Proyectos de Investigación Enfermería organizada por el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (IDIVAL) y en colaboración con Fundación Caja Cantabria otorgó el “Mejor Proyecto a desarrollar en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla” al proyecto “Identificación y análisis de factores determinantes sociales y económicos en consumo y cesación de tabaco en población derivada a una Unidad especializada de Deshabituación Tabáquica (UDESTA), Servicio Cántabro de Salud”.

El objetivo de este estudio explora la población derivada a una unidad especializada a través de criterios específicos de derivación como son, personas fumadoras que ya han realizado varios intentos para dejar de fumar, aquellos que presenten comorbilidad psiquiátrica, personas fumadoras con patologías con alto riesgo vital, mujeres fumadoras en situación de embarazo o lactancia y también profesionales sanitarios. Este perfil poblacional será estudiado para analizar si existen diferencias de carácter social, económico y cultural significativas, la relación entre ellas, así como el comportamiento en el proceso de la cesación o recaída tras el tratamiento intensivo para lograr la cesación.

Zulema Gancedo, Máster en Tabaquismo. Subdirección de Cuidados, Servicio Cántabro de Salud.