domingo, 29 de mayo de 2022

La víctima siempre es inocente.

 

Hace unos días en un diario de gran difusión en el Principado de Asturias, y noveno de información en el país, se publicaba el artículo “Una sofisticada campaña de desprestigio” firmado por Pilar Rubiera. La periodista desmenuza de manera sintética el caso del reconocido científico Carlos López-Otín y devuelve a la ciudadanía el derecho a la información, “Los ciudadanos tienen derecho a saber la verdad de un acoso cruel contra López-Otín que todavía no ha cesado.” Ciertamente, la prensa tiene como objetivo informar y los periodistas transmitir con justicia, objetividad y honestidad, tres factores que deben incluirse en cada historia o noticia contada.

Para los profanos en el ámbito de la Investigación en Salud, Bioquímica o Biología Molecular, Carlos López Otín, natural de Huesca y ovetense de adopción, es el científico más destacado de Asturias, catedrático de la Universidad de Oviedo y uno de los más citados del mundo en su campo de investigación. Sus más de cuatrocientos artículos científicos sobre descubrimientos acerca del cáncer, enfermedades hereditarias y envejecimiento le avalan como referente científico mundial. Este hecho ya fue vaticinado por Severo Ochoa, Nobel de Fisiología y Medicina (1959) quien le auguró hace más de treinta años un futuro prolífico de descubrimientos y beneficios para la universidad que le acogía en aquel momento, para la sociedad, y en definitiva para la humanidad. Y así ha sido, el gran impacto que sus investigaciones han generado en el análisis de los secretos moleculares descifrando genomas del cáncer, enfermedades hereditarias, y envejecimiento, ha supuesto grandes avances científicos, “hoy es más fácil sobrevivir al cáncer que sucumbir ante él”, admitiendo también que ante el aumento de esperanza de vida, “lo milagroso es no tener cáncer”.

Una brillantez personal y profesional dedicada a la investigación desde una mirada muy humana y vocación social, sin embargo el bagaje y prestigio adquirido ha supuesto en su entorno laboral, un hándicap difícil de gestionar para quienes aspiraban a reconocimientos académicos y científicos, una guerra de competitividad, egos y reputaciones profesionales. López Otín fue sometido a una, ahora inmerecida e injusta, campaña de descrédito respecto a algunas de sus investigaciones, una estrategia de “acoso personal y profesional” para desprestigiar su reconocida carrera científica a nivel mundial y sumado a un mediático y asfixiante bochorno que le condujo a una crisis existencial profunda, por la que llegó incluso, a pensar en el suicidio…

Varios investigadores le han pedido perdón públicamente, incluidos quienes desde las redes sociales a través de un blog científico de crítica sobre artículos, amplificaron los cuestionamientos sobre sus trabajos, dando pie a semejante escarnio.

El profesor Otín decidió encarar esta situación finalmente ante una circunstancia concreta tras años de acoso crónico, asunto que según los observadores fue tratado con diligencia y con ello algunas infracciones detectadas consideradas prescritas. El caso, que sigo desde hace un tiempo, ha generado mucha exposición pública, permitiendo especulaciones, prejuicios, dudas y descrédito, algo terriblemente difícil de recomponer. Finalmente, alejado de la actividad científica volvió hace unos tres años con una trilogía escrita narrando su experiencia y sabiduría e impulsado por esta terrible experiencia, un propósito vital sobre la búsqueda de la felicidad y con la que invita a todos a ser felices, tras haber conseguido sobrevivir.

Siempre es la misma historia, distintos contextos, pero mismos elementos, una víctima brillante y/o vulnerable en un algún campo o esfera personal y un perpetrador o varios, que suman adeptos “tejiendo” y contaminando. Estos últimos, generalmente suelen ser personas incompetentes gestionando la envidia compulsiva, incapaces de reconocer y aceptar sus imperfecciones, y por supuesto, desconociendo la capacidad de admirar a los demás. Suelen vivir enmascarados en su entorno con “imagen” de normalidad, protegidos por su posición y muy volcados en un único fin, hacer daño al prójimo sin tener en cuenta principios y valores, ni por supuesto, las consecuencias.

El acoso laboral es una lacra para aquellas instituciones, organizaciones y empresas que sostienen mecanismos y sistemas de disposiciones y estructuras duraderas, “de una manera de ser”, de una tendencia, una propensión, adquiridos de manera colectiva y acorde a un sistema de relaciones y posiciones, lo que hemos dado en determinar, “habitus colectivo” con manifestaciones individuales, dentro de un “hábitat” de especies disfuncionales que recriminalizan y revictimizan al acosado reiteradamente, especies que ostentan el poder formal, informal o simplemente ejecutores. El instigador no siempre es el hostigador.

Un asunto complejo y cotidiano, demasiado…, ¿quién no ha sufrido acoso en mayor o menor medida en propia carne o cerca, un tiempo…o media vida?

Según los expertos, una experiencia de acoso sostenido en el tiempo, deja los mismos síntomas que dejan una violación o un conflicto armado, y es que además de incumplimiento en materia de prevención sobre riesgos laborales, hay otro hecho importante, las entidades pierden…dinero, a los mejores trabajadores y, la oportunidad de ser excelentes.