En estos días, y otros más, de manera periódica y recurrente,
se está hablando mucho sobre cultura
digital en las organizaciones, innovación en los ámbitos sanitarios, liderazgo
directivo y también operativo, profesionalización de la gestión, desarrollo
profesional inherente al avance y progreso social y sanitario, y así un largo
etc…
Asistí al último congreso, con sensaciones de vuelta muy
depurativas y ganas de seguir la estela que allí se marcó y unos cuantos
afortunados vivimos. Un fin único, una meta clara y unos cuantos referentes
profesionales transgresores que bien por su entusiasmo, trabajo, sacrificio y
dedicación requiere y exige al menos respuesta.
Casi todos los días, en estos dos últimos años, reflexiono
un mínimo de tiempo, unas veces de manera inusitada y otros por imperativo
situacional. Son reflexiones duras, compartidas muchas veces con los que me
acompañan en este fortuito y exasperante momento. Compañeras y compañeros que
si bien me soportan prácticamente a diario, comparten un llamado
“#otraformaesposible”, aquí añadiría incluso de 8h. a 15h., y que se resisten a
las batallas estériles, no sintiéndose cómodos en la guerra. Son profesionales
no solo de mi entorno, algunos son compañeros separados solo, por la enorme distancia
kilométrica y a los que me siento más unida, quizás y sin pesar, que a otros de
distancia más comarcal.
A menudo o con cierta frecuencia, recibo mensajes, correos,
de realidades muy diversas y adversas. En unas ocasiones me transmiten apoyo,
reconocimiento, gratitud, pero en muchas más, y son estas las que me perturban,
me hacen reflexionar, situaciones muy concretas de realidades vividas,
situaciones desde diferente ámbito de trabajo profesional y de distinto rango
etario. Respondo a todas las cuestiones que se me plantean, trato de transmitir
mi visión o perspectiva en el contexto al que se refiere y sobre todo intento
apoyar y ofrecer una esperanza de cambio realista, y muchas veces solo cercanía,
no puedo ser de otra manera.
Yo solo sé que no se nada, pero que mi afán por saber y
aprender todos los días, me ayuda a sortear ciertas cuestiones, tanto las que
están de mi mano, como las que no dependen de mí directamente y también, a
calarme en otras que creo corresponden por mi implicación y sentir. Son estas
últimas por las que creo tengo la
desgraciada empatía de entender prácticamente a todo el “mundo”, a todos esos
profesionales que muestran una realidad vivida, discordante y
desestabilizadora, emocionalmente desenfundada y con la vulnerabilidad
resentida y convertida en "lecho" por tratar, o en barco de papel a merced del
oleaje y en pleno océano.
Es por ello, que aprecio y agradezco la confianza descrita
que muchos profesionales me ofrecen ante realidades cuanto menos bipolares,
entre lo que acontece y lo que concurre, lo que se muestra y lo que se esconde,
lo que se percibe y lo que se siente, quizás como cuando, quien ofreciendo una
sonrisa, guarda un resentimiento o una
desgracia. Y en medio, el instinto de supervivencia disfrazado de una y diez
versiones, tratando de dar respuestas a Maslow.
Gracias por el post Zulema. Muchas veces tengo la sensación de que se vende un mundo “happy flower” de la Enfermería y por otro lado, te encuentras con la realidad del cuidado en cada paciente y, a su vez, las dificultades y barreras para crecer en cada turno. Celebrar los avances y mantener la actitud crítica para no dejar de construir (gran cantante y gran canción)
ResponderEliminar@perezfuilleratn
Si, exacto, somos conscientes de una realidad disonante y poliédrica, con muchas aristas, por eso hay que contarla y participarla, para visibilizarla y actuar.
ResponderEliminarGraciass