El fin último, bien podría
ser el acercamientos entre géneros para una visión compartida y participación conjunta y unívoca, que nos haga
crecer como complementarios, sin el tan dificultoso esfuerzo de ser mujer en
ámbitos no tan normalizados en cotas de género, y también en otros no solo
normalizados, sino mayoritarios.
Una motivación y un interés
que ha ido creciendo, a medida que he sido consciente del entorno que enmarca a
mi profesión y madurando también en el proceso de desarrollo y crecimiento
profesional. Un entorno, sanitario, particularizado, y no exento de una
transformación paulatina, en cuanto al peso y distribución de género en sus diferentes
profesiones.
En dichas organizaciones trabajan
mujeres con muchas capacidades de innovación, de trabajo, de emprendeduría, de conjugación
de ritmos vitales, de mantenimiento y cuidado de los de otros, de superación,
de vivencias hostiles, de ambientes misóginos y clasistas, profesionales que
dejan huella en el destino y fin de su trabajo.
Parece también que el ámbito sanitario, tan endogámico y sustrayente,
cohíbe a sus profesionales en las relaciones extradisciplinares hacia otros
escenarios, y por reciprocidad, mujeres de otros ámbitos, de objetivos no tan
sociales y diferente posición en mapeos sociales, desconocen los intereses de
las primeras.
También es cierto y
volviendo al interés inicial, la transmisión de estos objetivos y movimientos,
no alcanza a todas las mujeres, muchas de ellas están inmersas en ámbitos
laborales lejos de este contexto de ayuda, reconocimiento y emancipación.
Pertenezco a un colectivo profesional en el que justamente, las mujeres viven
contextos ambivalentes, realidades muy dispares dependiendo de los dados
jugados o simplemente de los designios y cortapisas de otros. Mujeres que
quieren emprender, que quieren mejorar, que quieren aportar y desarrollarse,
pero las organizaciones de este tipo, suelen ser y actuar más como freno y
sumidero que como impulsores de talento, oportunidades y reconocimiento. Son
organizaciones, en un sistema muy complejo, con estructuras, redes y doctrinas
internas, que la mayoría de mujeres del ámbito empresarial, desconocen. Parece
en principio, que unas y otras, fuéramos mujeres de diferente orden, de
entornos lejanos y que no compartiéramos las necesarias reivindicaciones de
género y los mismos intereses.
No podemos dispersarnos e ignorarnos aumentando la distancia
entre los ámbitos, sin llegar a confluir como si de mundos paralelos se tratara.
Vivir fuera de los movimientos en red y del empoderamiento conjunto nos aleja
de la convergencia necesaria. Estamos obligados a buscar fórmulas de
acercamiento, confluir y sumar valor, ahí donde las mujeres puedan reaccionar y
construir una estructura sólida de liderazgo genuino y sin opresión. Busquemos
el nexo que acerque, aúne y afiance a las mujeres, las de todos los ámbitos, conformemos
una estructura de oportunidad, seamos el pegamento social necesario reafirmando
nuestros valores e intereses comunes, los que nos incumben a todos, los de una
visión más social, más genuina, menos amarga, más iguales y más participativos.
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Respeto y sentido, del común también