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Mostrando entradas de febrero, 2017

EL TWIT DE LA DESCONFIANZA

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Hoy me tocaría hablar de la desconfianza de los jefes de personal en la concesión de días de formación, eso sí, para # enfermeras . @zgancedo    Amanecía esta mañana linnnda…, como diría un reciente profesor, con la sensación del deber cumplido y ciertas tareas pendientes, como es la causa en la que en estos momentos escribo, y recibo mensaje de voz donde no solo “me invitaban” a justificar  la inscripción, ya justificada con certificado, sino también la asistencia a dicha formación. Correcto, sí. Entiendo por supuesto la necesidad de cumplir con la norma, la exigencia, el deber, y los requisitos necesarios para poder controlar… “el rebaño”, discúlpenme, no son ganas de ofender, pero sentí cierto grado de indignación que no me suelo permitir justamente por mantener la contraria, la dignidad profesional y personal ante tanta tropelía y desconsideración sistemática por parte de tantos conniventes. Resulta frustrante vivir, si, vivir al fin y al cabo, en una orga...

DAÑO CORPORATIVO

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Pasa el tiempo y somos conscientes inmediatos que las sensaciones personales acumuladas van dando paso a una realidad compartida. Lo más sensato y dignificante es darlo criterio, sustentarlo y compartirlo. Descubrir que la realidad no es única y que simplemente se multiplica en diversas formas y niveles. Llevo dando vueltas desde el ámbito profesional a varias cuestiones que teniendo que ver con nuestra más pura esencia, cuidar, erosionan sin embargo, la integridad profesional, la parte humana, tan necesaria que sobrepone y califica cualquier procedimiento y maniobra o actuación a la significación absoluta en el ámbito del amparo, el acogimiento, la comprensión, la respuesta a la necesidad de cuidado. Sin humanidad no hay cuidado, sin humanidad no hay comprensión, sin humanidad no hay respuesta, sin humanidad no hay excelencia…sin humanidad habrá otras cosas, pero nunca plenitud. Es por ello que reflexionando entre la experiencia, bien vivida personalmente, bien vivido...

DIME QUÉ DIRÉ

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Entraba Pedro con las manos en los bolsillos, bien peinado, como cuando tenía treinta años, pelo cano, esculpido y hacia atrás, con dos pronunciadas entradas. Un gesto amable y retra í do, adornado por una semisonrisa más de gesto abigarrado, que de espontaneidad circunstancial. Por delante siempre, y detrás, Elma le seguía. Educados y tímidos esperaron indicación para sentarse y con esa estampa repetida, como si en cada visita alguien les instruyera, se sitúan. Hacia adelante Pedro, con los brazos apoyados en la mesa, las manos entrecruzadas e inclinado ligeramente, con los hombros bajo los lóbulos auriculares, Elma bien sentada, la espalda recta, la barbilla levantada, pero de nuevo, atrás. .. .Qué figuradamente equivocada lectura, amarga, reticente y soslayada. La pregunta era clara, corta, adaptada, muy concisa, muy concreta, de frente, a los ojos, -mira Pedro, ¿cómo estás...?-,y antes de qué Pedro pudiera procesar la pregunta, y su circuito neuronal elaborara una respuesta, sent...