martes, 28 de febrero de 2017

EL TWIT DE LA DESCONFIANZA



Hoy me tocaría hablar de la desconfianza de los jefes de personal en la concesión de días de formación, eso sí, para #enfermeras. @zgancedo  
Amanecía esta mañana linnnda…, como diría un reciente profesor, con la sensación del deber cumplido y ciertas tareas pendientes, como es la causa en la que en estos momentos escribo, y recibo mensaje de voz donde no solo “me invitaban” a justificar  la inscripción, ya justificada con certificado, sino también la asistencia a dicha formación. Correcto, sí.
Entiendo por supuesto la necesidad de cumplir con la norma, la exigencia, el deber, y los requisitos necesarios para poder controlar… “el rebaño”, discúlpenme, no son ganas de ofender, pero sentí cierto grado de indignación que no me suelo permitir justamente por mantener la contraria, la dignidad profesional y personal ante tanta tropelía y desconsideración sistemática por parte de tantos conniventes.
Resulta frustrante vivir, si, vivir al fin y al cabo, en una organización en la que por circunstancias que no convienen en este capítulo, aún permanecen esos personajes involutos abigarrados a sus sillas, cual fósil, encontrados contra nuestra profesión que ni evolucionan, ni piensan hacerlo y menos formar parte de cualquier acción de cambio y modernización en lo que a su terreno compete. Tengo a bien asegurar con contundencia, porque ya tuvieron la oportunidad de hacerlo y no dieron fe de mínimo acto propulsor. Esos, ellos, mantuvieron la sonrisa hierática, mientras duraba el “partido”, aguantaron los set, las “bolas de partido” y en las esquinas de café… rumiaron sin cesar, esperando el siguiente Torneo, partido y contrincante. Ellos nunca cambian.
Esos departamentos obsoletos que nunca oyeron hablar del valor de los profesionales de su desarrollo, de sus capacidades y necesidades de crecimiento para dar respuestas, se permiten discriminar sutilmente, en la desconsideración, distinguiendo entre profesionales y trabajadores  de primera y de segunda, en relación con cierto cumplimiento de requisitos y dentro de la misma organización. Muchos de ellos no son nada, pero portan carnet VIP, y salvo el ir y venir, en incumplimiento de horario, y entender la gestión de cada hueco de su departamento como un listado de órdenes, de control imperioso y con tendencia bajista y de exigencia hacia los profesionales enfermeros, no enriquecen ni aportan valor con su presencia a la organización. Disculpad de nuevo, pero creo que es injusto, caprichoso y que la desconfianza referida no es tal, sino unas ganas partidistas de controlar a los que por “disciplina” vocacional somos controlables y controlados y asimismo por incapacidad supina para eso mismo, a otros sectores, a los que quisieran controlar, pero prejuicios y sumisiones jerárquicas y sociales les limita cognitivamente. He percibido y luchado contra ello por esa extraña sensación de que debieron tener malas experiencias para tal saña y hablo así, porque no siendo sanitarios evocan solo reconocimiento y displicencia a un concreto sector. Una sensación triste que me contraría porque he conocido a otros profesionales,  cuyo papel estando en los mismos ámbitos de trabajo son de prioridad facilitadora y de mejora, dando por supuesto el respeto al profesional cuidador, de capacidades y competencias asistenciales investigadoras, gestoras y docentes y por ello consustancialmente considerado, sin perjuicio de su desarrollo y crecimiento como profesional.
Pudiera parecer demoniaco todo ello, pero me preocupa, y no solo eso, ya que pudiera ser salvable empujando contracorriente y al unísono. Me preocupa la infidelidad, la deslealtad y falta de respaldo e insolvencia corporativa de los mandos intermedios confundidos entre el discernir de las necesidades de crecimiento, para la exigencia de la competitividad en resultados en salud, y el control malentendido, como si de un “encargado” se tratara, el mando intermedio. Ni arriba, ni abajo, y tampoco en el medio.
Un tuit, esta mañana despertó la sensibilidad de algunos compañeros a través de la red, poniendo en alto una sensación que transformaron en realidad vivida, en el día a día por… a buen seguro, muchos de los profesionales de mi “sector”. Es Twiter, es voz, realidad aquí y en Roma y también en Sebastopol.            






sábado, 25 de febrero de 2017

DAÑO CORPORATIVO




Pasa el tiempo y somos conscientes inmediatos que las sensaciones personales acumuladas van dando paso a una realidad compartida. Lo más sensato y dignificante es darlo criterio, sustentarlo y compartirlo. Descubrir que la realidad no es única y que simplemente se multiplica en diversas formas y niveles.
Llevo dando vueltas desde el ámbito profesional a varias cuestiones que teniendo que ver con nuestra más pura esencia, cuidar, erosionan sin embargo, la integridad profesional, la parte humana, tan necesaria que sobrepone y califica cualquier procedimiento y maniobra o actuación a la significación absoluta en el ámbito del amparo, el acogimiento, la comprensión, la respuesta a la necesidad de cuidado.
Sin humanidad no hay cuidado, sin humanidad no hay comprensión, sin humanidad no hay respuesta, sin humanidad no hay excelencia…sin humanidad habrá otras cosas, pero nunca plenitud.
Es por ello que reflexionando entre la experiencia, bien vivida personalmente, bien vivido a través de otros profesionales llegamos a un frente común y en el que todos estamos en consenso pero siempre compartido de forma íntima y con preludios de contexto que matizan agonías de verdadero sufrimiento moral. He compartido experiencias varias, vividas, sobrevividas y percibidas, así como de confesora y penitente.
Son esas actuaciones manifiestas o silentes que se producen entre nuestro colectivo, bien a largo plazo, a corto o a medio, a veces tajantes e instantáneas, a veces silentes y agonizantes. La violencia intramuros o intraprofesional, una forma gratuita de ejercer poder desde el desprecio, la inseguridad, el desconocimiento, y el narcisismo, una manera soslayada y encubierta por el autoritarismo impúdico e impune de quienes no tuvieron oportunidad de quererse a sí mismos o de quienes sobrepasaron la “ley de término medio”. Se practica de manera y forma vertical, horizontal e incluso en extrarradio mural, una violencia manifiesta en distintos formatos que avergüenza y encoge el alma lo suficiente como para callarlo, volcando la culpabilidad hacia adentro y perdiendo la referencia entre la objetividad y el intimismo.
Dicho sufrimiento aceptado como parte situacional de una relación contractual, y por tanto  necesariamente mantenida, genera angustia, debilidad, ira, frustración y culpa, factores y aspectos suficientes para somatizaciones que alteren el comportamiento vulnerando el autoequilibrio personal. El desarrollo de síndromes y respuestas tienen como consecuencia el deterioro de la integridad moral, el agotamiento emocional y su consecuencia más precipitante, la despersonalización hacia los pacientes.
Las víctimas de violencia psicológica, socio-psicológica y/o  psicoterrorismo, hay quien se atreve a llamarlo así, traducen en una angustia moral que puede llegar a afectar el resultado del trabajo, erosionando la relación de equipo y la atención en salud.
El asunto es muy complejo porque el espectro es amplísimo, las causalidades son múltiples y diversas, la temporalidad aplicada tanto en la causa como en el efecto provocado, largo lento y sigiloso o también rápido y fulminante. Muchas veces es invisible y las modalidades aunque agrupables, tan específicas… como el ADN, pero en definitiva, conductas pluriofensivas de violación sobre derechos fundamentales como el derecho a la no discriminación.
“..Un tipo de ataque sociopsicológico que puede llevar a profundas consecuencias legales, sociales, económicas y psicológicas para el individuo. Debería ser considerado básicamente como una privación de Derechos civiles…”
El acoso es una presión psicológica, dentro del marco de relaciones laborales, distinto a un conflicto laboral. Es un ejercicio de violencia ilícito
Según la OMS, la violencia es un grave problema de Salud Pública, y ofrece una definición de violencia como, ejercicio del poder mediante la fuerza, física o intimidatorio. Hemos de diferenciar la agresividad (inevitable) de la violencia (evitable), la primera como parte inherente al ser humano y la segunda como modalidad conformada y cuasi elegida para lograr el control y la dominación sobre otros. Y aún más la no violencia, que no la opción pacifista, es decir la violencia por omisión vinculada con el poder de que permite causar daño por no participar.
Degradante y contradictorio en sociedades democráticas donde ni el estado puede dominar denigrando a detenidos o condenados, pero volviendo al ámbito que nos ocupa, el ámbito de las profesión enfermera dentro y fuera de las organizaciones, en el espacio corporativo, es realmente serio y preocupante. Un porcentaje aún por estimar de profesionales que sufren y padecen las consecuencias del ejercicio de esta violencia. Una sociedad, organizaciones, entidades, instituciones  sin mecanismos suficientes que eviten o permitan la desgracia de una persona sometida a esta lacra, son organizaciones fracasadas en su capacidad de gestión y uso “terapéutico” del Derecho.
Deberíamos atender y reparar, detenernos en la investigación y ser capaces de depurar y poner valores de morbilidad y padecimientos, liderados por la responsabilidad gestora y/o de sus Unidades de Prevención de Riesgos Laborales /Salud Laboral.  Las medidas episódicas, inconcretas e inexactas no son suficientes ni siquiera los mecanismos de comunicación y transferencia que no estructuran ni contemplan las delicadas situaciones que conciernen tratando de desviarlas a situaciones de descrédito y por tanto empeorando aún más la situación víctima.
Deberíamos de alentar a las organizaciones  de salud a crear estructuras de apoyo y de liderazgo sensible con el deber de mejorar el valor moral en el entorno de trabajo, que promulgara los entornos saludables y la reposición de valores y ética profesional, pero sobretodo la no permisividad y holgura en el silencio compartido, el castigo soslayado y la indiferencia ante situaciones denunciables donde en ocasiones incluso no son solo copartícipes si no instigadores directos.


  
       



martes, 7 de febrero de 2017

DIME QUÉ DIRÉ


Entraba Pedro con las manos en los bolsillos, bien peinado, como cuando tenía treinta años, pelo cano, esculpido y hacia atrás, con dos pronunciadas entradas. Un gesto amable y retraído, adornado por una semisonrisa más de gesto abigarrado, que de espontaneidad circunstancial. Por delante siempre, y detrás, Elma le seguía. Educados y tímidos esperaron indicación para sentarse y con esa estampa repetida, como si en cada visita alguien les instruyera, se sitúan. Hacia adelante Pedro, con los brazos apoyados en la mesa, las manos entrecruzadas e inclinado ligeramente, con los hombros bajo los lóbulos auriculares, Elma bien sentada, la espalda recta, la barbilla levantada, pero de nuevo, atrás. ...Qué figuradamente equivocada lectura, amarga, reticente y soslayada.
La pregunta era clara, corta, adaptada, muy concisa, muy concreta, de frente, a los ojos, -mira Pedro, ¿cómo estás...?-,y antes de qué Pedro pudiera procesar la pregunta, y su circuito neuronal elaborara una respuesta, sentí un movimiento a mi izquierda y una voz automatizada, -!está con los bronquios!- y Pedro que aún estaba levantando las cejas para bajar los párpados..., quedó sin respuesta, para seguidamente asentir con un movimiento de cabeza y señalarse,con la mano que descruzó, su cogido pecho. 
Ahí estaban los bronquios, cogidos y sujetos por mucosidades atrapadas.
En las siguientes, insistí, -Pedro y cómo ves lo de saber y conocer un poco más acerca de tu enfermedad?-, Pedro inició el proceso de levantamiento de cejas para intentar sincronizarlo con laterización cervical y cierre de párpados, cuando en ese momento Elma nerviosa y audaz, -¡Si!, ¿verdad Pedro que sí?- y Pedro con la cabeza, cual perrito de bandeja trasera de auto, confirmó el deseo de informarse y aprender.
Qué interés el de Elma, una mujer sabia, venida a la vida a crecer y a cuidar, a golpe de cincel, del que te golpea y te curte, guapa, rellena en carnes, de color saludable y tono familiar, vivaracha y confiable, leal a sus seres..., un rostro muy noble.
Tras ello, revisamos las indicaciones básicas al respecto en las que Elma no cesó de indicar y auditar. Llegamos a la fase de entrenamiento y procedemos a identificar los dispostivos, al lado en la otra mesa, -Pedro, identifica tus dispositivos entre todos los que ves, alguno de ellos es el tuyo?-...gira Pedro la cabeza hacia la mesa, cuando oigo un rasquido de silla contra el suelo y a la par por el rabillo veo...a Elma levantada y en posición zancada señalando, y a por ello, -¡este!, !este¡, Pedro este!.
Agarró el dispositivo lo acercó a Pedro y poniéndoselo delante, le sonrió, -¿ves Pedro?-
Pedro, bajó las manos, metió sus dedos pulgares por entre la cintura del pantalón y sujetándola, alzó los pantalones como pudo hacia arriba, -como si de sentado pudiese subirlos más allá de medio palmo...-
La siguiente atacada era explicar de manera sencilla la maniobra y técnica, digo sencilla porque Elma lo entendía muy bien y lo repetía de nuevo para que Pedro lo procesara y fijara en hemisferio correspondiente.
Pero llegado el momento había que tomar decisiones, Elma había sido una brillante colaboradora y sus aptitudes admirables, pero era Pedro quien tenía que entrenar la maniobra. -Coge el dispostivo y sigue los cuatro primeros pasos-, los que ya habíamos reforzado entre Elma y yo, y fue ahi, cuando a la voz de, -ahora coge el dispositivo-, estiré los brazos y con las palmas al frente izquierdo, tuve que disuadirla  para que no lo hiciera. Fue cuando Pedro levantando las cejas, estiró también la mano, recogió el dispositivo y procedió a la indicación dada.
Elma dio el visto bueno a la realización y tras un par de ensayos y repaso de conocimientos, le di la enhorabuena a Elma y también a Pedro.
Salieron por la puerta, primero Pedro y detrás Elma.
Siempre dejo la puerta abierta y sigo trabajando. creo que invita a la atención, a la transparencia, etc.. por ello también, veo pasar a los que vuelven de salida tras otras consultas. Levanto la mirada al oir, y de vuelta veo, con las manos en los bolsillos..., Pedro delante y detrás... Elma, con los botes necesarios para muestras..., en su regazo cuidador.      



Que baile mi norte, que baile mi sur... dime qué diré.