DOLOR DE VIDA
Joaquín entró por la puerta y observé a un hombre alto, fuerte, muy corpulento, de cuello corto y hombros alzados, jovial, de sonrisa fácil pero no profunda, con las manos en los bolsillos y cazadora semiabierta, hasta donde la cremallera permitía cerrar sin encogimientos… De apariencia feliz, en ausencia, como con un estatus fijado, como quien fija un pensamiento acostumbrándose a las sensaciones y así permanecer bloqueado ante la cotidianeidad fútil. Creo que se adivinaba con solo captar su mirada, inquieta y apresurada, sin posarse en el contexto. Conocido, y descubierto en una relación momentánea, porque él así lo quería ... como un hombre cumplido ante la vida y resignado al devenir restante. Hice lo posible por captar su atención y darle el mínimo de atención requerida… pero él, ya se había salido… no, no era el día. Los esfuerzos fueron en vano, todos los aspectos a consensuar eran confirmados con persistencia como tierno infante presumiendo de ado...